Lluvia de verano

Hacía frío. Un frío inaudito para la época del año en la que estábamos. Un frío húmedo que se te metía en los huesos y dificultaba la respiración. Me había despertado en mitad de la noche buscando una manta, tirando de los cojines que había amontonado a los pies de la cama con la esperanza de que me abrigaran un poco. Se oía la lluvia en la ventana caer sin tregua, a bocajarro, sin cuidado. Adoraba estar en casa con la acústica de las gotas en la ventana de fondo, pero el frío me tenía confundida.

Me asomé al exterior, el mar estaba revuelto, revolucionado, una marejada golpeaba las olas contra el cantil del muelle. Un desasosiego me recorrió entera. No era normal esa tormenta, no era normal. Tampoco se había anunciado, habíamos pasado del paseo después de cenar en el italiano, de la calma absoluta al caos, en menos de 6 horas.

Me levanté, incapaz de dormir, y busqué una chaqueta. Fui a la cocina y me preparé un vaso de leche que metí en el microondas, intentaba entrar en calor.

Alargué la mano y cogí de la encimera uno de los muchos libros que había empezado aquel verano. Nada reflejaba mi estado de animo como mis hábitos lectores, y no había conseguido pasar de la página 30 de ninguno de los libros que había comenzado. Éste transcurría en una isla desierta, en un día de sol abrasador. Sonreí al percatarme de la ironía, pero me lo llevé a la cama a ver si conseguía transportarme.

Me habías dejado en casa hacía sólo unas horas pero tuve el arranque de llamarte, quería saber si la tormenta te había despertado. Deseché la idea. A ti no te despertaba ni la tormenta, ni el camión de la basura, ni si me apuras una charanga que mandamos un año a tocar el cumpleaños feliz bajo tu ventana. Si llegara un terremoto tendría que rodearte, incapaz de hacerte volver al mundo de los conscientes. Para ti esa tormenta del demonio sería solo una anécdota que oirías en el bar al día siguiente. Pensé en Fernando, para él la tormenta sería una mañana achicando agua. Para mi iba a ser oficialmente otra noche de insomnio.

Deja un comentario